Dólares presidenciales y viajeros frecuentes

Hace una década, el Gobierno de los Estados Unidos intentó imponer la costumbre de utilizar las monedas de 1 dolar en vez de los famosos billetes. Esta medida no tuvo efectos positivos y generó la acumulación de cientos de millones de monedas en distintas bóvedas a lo largo y ancho de todo el territorio del país norteamericano.
A pesar de la negativa de la población de aceptar el cambio paulatino de los billetes por las monedas de 1 dólar, hubo un grupo de personas que lograron llevar a cabo curiosos negocios con estas emisiones: los viajeros frecuentes compraban miles de estas monedas con tarjetas de crédito y sumaban millas de viajes a sus cuentas.


Reverso de las moneas de 1 dólar

Publicación Original (En inglés)

Debido a las políticas llevadas a cabo por el Gobierno en su afán de imponer el uso de estas piezas, se llevaron durante algunos meses campañas de envío gratuito de las monedas que cada estadounidense comprase. El circulo se cerraba una vez que el comprador recibia las monedas en su casa, iba al banco y las depositaba en su cuenta bancaria para hacer frente al pago del resúmen de la tarjeta de crédito. El resultado era que, si uno gastaba u$s1.000 en monedas (1000 monedas), las recibia en la puerta de su casa con envío gratuito y luego iba al banco y depositaba las 1000 monedas. Esto daba como resultado que le quedaba un gasto de 1000 dolares en su tarjeta de credito, con la correspondiente acreditacion de las millas de viajero y un crédito en la cuenta bancaria de 1000 dolares por el depósito de las mismas. ¿Qué conseguian con esta operación? Basicamente, millas de viajero frecuente totalmente gratuitas.

El problema que trajo esta suerte de política de imposición del Gobierno fue la acumulación de millones de monedas, ya que la oferta era totalmente superadora a la demanda por parte de los ciudadanos. Una Ley del 2005 mandaba a acuñar millones de monedas de un dolar, aun cuando los ciudadanos no las demandaran.

A partir del verano del 2008, las autoridades del Gobierno comenzaron a notar estas actividades por parte de algunos ciudadanos. Observaron que pocas personas adquirian miles de estas monedas y que luego llegaban a los bancos envueltas con los mismos empaques que habian salido de la Casa de Moneda. Esto debido a que los compradores de las piezas no las utilizaban para transacciones, sino simplemente las enviaban al banco al momento de recibirlas en sus hogares.

Luego de algunos meses de investigaciones, la Casa de Moneda impuso algunas restriciones: el tope máximo pasó a ser de 1000 monedas cada 10 días. El problema es que esta actividad no era ilegal; simplemente era un «abuso del sistema» según las declaraciones de Jurkowsky, funcionario de la Casa de Moneda en ese momento.

Con el transcurso del tiempo, esta actividad fue mermando y la compra de monedas fue mermando, al igual que la demanda de estas piezas para transacciones.

El resultado de estas políticas erroneas generó la acumulación de millones de dólares en monedas en distintas bóvedas a lo largo de los Estados Unidos y la continuidad de los billetes de un dólar para transacciones.

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